viernes, 11 de febrero de 2011

Cuestiones estéticas (II)

El sol pega directo al vértice irregular entre Insurgentes y Reforma, formando un nudo de volúmenes unidos bajo la luz. Más anchos resulta imposible definir dónde termina la acera defectuosa, los pasos de los andantes de tercera clase, menos largas las zancadas de quienes discuten tener derecho a cruzar las líneas verdes del pavimento aun cuando los autos aceleran en caravana. Todos son desconocidos y llevan las manos al volante, a veces muy pegadas a la oreja. Los topógrafos cuidan que cada centímetro vaya en el compartimento correcto, asignado al número indicado que responde a la línea del dibujo de los neumáticos, sin pensar en márgenes de error. (Son mártires también del descuido, santos que quisieran echar a andar una visita al campo, rodeado de árboles, un río y aire puro.) Todo esto es muy discutible, sabemos, aunque haya un convoy con cientos de Flauberts ensimismados. Los sabios escuchan boleros, los vanidosos leen a Saramago.

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