miércoles, 23 de febrero de 2011

Narvarte

NOS FUIMOS A NARVARTE A ENCENDER VELADORAS
a los muertos, ritual de noviembre, con fotos de Nietzsche
y dos de tu abuela, llena la mesa de guayaba y mandarina,
dos caballos de tequila e incienso para sahumar una bodega,
término general de lo inmóvil, los ojos de los tuyos,
flor de cempasúchil hasta las esquinas, ahí, escribimos
tu epitafio, lo pusimos en una cartulina,
donde no se viera mala leche, a las buenas
de la temporada, los odios más profundos, cabezas
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::[de pescado
amarradas por los huecos, espacios de lo inútil, fruta y flores,
un mantel con estampas, tamales de dulce.
Tú querías hojas de plátano, hacer un simbolismo,
como si Joyce tuviera incumbencia una jarra de agua fría,
Los muertos, te dije, con esto los atarantamos, sus cerebros,
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::[vaya pues
sus desdichas, y del cuerpo, esos que se fueron incompletos,
(por eso no hay fotos de los míos) sin la mitad del estómago,
sin una pierna, con la espalda llagada, etcétera.

No, mejor abre las cervezas y prende la televisión,
The Wire está empezando, en Baltimore, tú sabes,
también la gente muere.