sábado, 26 de septiembre de 2009

Mínima nota sobre Antología poética: Pena y Muerte de la Red de poetas salvajes















Acabo de recibir el libro en PDF enviado por la Red de poetas salvajes, Antología poética: Pena y Muerte, compuesto por la escritura de doce poemas y un apéndice "Ensayo sobre la Libertad" [G. Arroyo Jiménez], con ilustraciones de Manuel Meléndez, que busca ser, en palabras de Daniel Malpica, una "PROTESTA ante la gran faramalla que es el Proceso Electoral de nuestro país", y con ésta combatir el interminable discurso político (más retórico que reaccionario, más sumido en su propia contemplación como un Narciso narcotizado), que hemos vivido en los últimos meses. Ante una sociedad en descontrol, un país en crisis económica y con una clase política corrupta e insensible, sumando a todo esto el poder de los medios de comunicación para ejercer control, este libro pretende "restablecer" un diálogo entre sus participantes y sus lectores, entre los ciudadanos de a pie quienes son destinatarios de esa "carencia de ética de [en]  los partidos políticos", como escribe Malpica. Me centraré sólo en los poemas. Hablar del proceso de edición del libro y de las ilustraciones me llevaría a un lugar muy cómodo.
   Señuelos para identificar una patria que como un puzzle armado ha sido arrojado al suelo, los poemas contenidos en la antología refrendan el carácter de un discurso paupérrimo de las instituciones mexicanas, que a lo largo de más de setenta años no han cambiado en lo mínimo su modus operandi, ni ante la crisis de un Estado mexicano envuelto en demagogia por sus tiempos violentos ni ante el impulso creativo de sectores que consignan los usos y costumbres de aquel. Crisis de un Estado que revienta como exaltación de la hipermodernidad ("sé quien ordenó nuestra muerte he visto sus huellas en la alborada") [J.M. Serrano]; cotidianidad y hartazgo ("Llego tarde a casa me preparo un café prendo un cigarro llego a mi recámara enciando la/ tele y no la veo/ Me pongo a leer sentado en la cama sin hacer caso al ruido de la/ tele") [E. de Gortari] y ("soy una cera más/ en la penumbra de las promesas políticas") [U. López]; de los espacios opuestos entre los límites del lenguaje y su reacción ante la realidad ("...la captación formal de la realidad, nunca es más de lo que puede ser".) [V. Ibarra] y ("Instinto verbal que indaga") [G. Padilla]; de los infalibles usos y recursos de la Historia ("...los poetas subirán a los techos de los edificios/ en procesión incierta a mundos tangentes/ en los que lo posmoderno se quedará en un laberinto marchito.) [K. Avendaño]; de la fábula ("Recuerdo cuando era exterminador de insectos, y de repente, una revelación me partió la cabeza [...] lo primero que hice fue arrodillarme y darle un beso a una cucaracha") [N. Granada] refiriéndose si no mal entiendo al Niño verde; de la imagen como recurso de evasión ("El buey dobla las patas sobre el barro./ Comienza a llover y resbala:/ un sonido muerto se despeña".) [C. J. Morales R.] y ("espectador/ pirotécnico/ y calvario/ lo que se/ derrama en las/ trincheras") [J. Molina]; de la conciliación con un mundo que es marcado por la escritura y que, a efectos de ésta, "el futuro es visor y poema [...] el futuro es poema invadido por la injusticia" [Y. Melchy]; del discurso del miedo a la enfermedad ("-somos presos del miedo que fluye por las venas de un marrano-/ corre embrutecido en el vaivén de las personas") [M. Menéndez]; y de la destreza para cercenar y acumular seseras como trofeos, para implantar, como escribe Sergio González Rodríguez en su libro El hombre sin cabeza, la era del dios Pan ("Al que verduga, Dios le ayuda./ No hagas chistes maliciosos"). [A. Past].
   Antología poética: Pena y Muerte es muestra de que la escritura como arma de la sociedad, de la libertad como acto de expresión, combate desde las trincheras menos insospechadas al sistema y sus instituciones, sin ser precisamente un panfleto, en una época donde los apoyos a la comunidad artística (becas y premios) son el común denominador; desde el enojo e impulso de un grupo de jóvenes poetas preocupados y ocupados en no autotrasnocharse. 

revista Tierra Adentro 159



















Aunque tarde su salida a aparadores, la revista Tierra Adentro 159 enfoca sus páginas a la celebración de la narrativa de Jesús Gardea (Delicias, Chihuahua, 1939), con motivo de los 70 años de su nacimiento. El portafolios lo arman: José María Espinasa, quien habla acerca del camino editorial de Jesús Gardea; una entrevista con Iván Gardea, artista plástico e hijo del narrador chihuahuense, y cuatro textos de cuatro jóvenes escritores. Se suman al número las crónicas de las ciudades invisibles, escritas desde distintos puntos geográficos del país, y una conversación con el también narrador chihuahuense Daniel Sada. Es notable la portada del número, trabajo de los artistas jalisciences Diego Aguirre y Bicho Padilla Domene, hecho a partir de una fotografía y una hoja de árbol, con barniz uv a registro en primera y cuarta de forros. La parte visual la conforman "La parcela más visible del mundo" del artista Omar Gámez; el trabajo de Alejandra Odriozola y Kanek Gutiérrez. Lléguenle.